¿LEY DE CONSERVACIÓN DE LA ESPECIE?

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Un monje agustino, Gregorio Mendel, en el invernadero de su convento de Brünn, en Checoslovaquia, inició hace más de cien años, en 1858, sus experimentos sobre genética, cultivando guisantes y empleando variedades que se diferenciaban claramente.

Mendel llegó a la conclusión de que la transmisión de los caracteres hereditarios se verifica de acuerdo a unas reglas o normas y las dio a conocer en una pequeña monografía, Versuche über Pflanzen-Hybriden, que se publicó en 1886. Estos trabajos permanecieron ignorados durante unos 35 años para el mundo científico, que demostró de esta manera no estar a la altura de un genio como fue Mendel, o bien éste fue un adelantado a su generación, mírese como se quiera.

En el año 1900 fueron redescubiertas las leyes que formuló Mendel, en la obra citada anteriormente, por tres botánicos llamados Hugo de Vries, Kari Correns y Erich Tschenmah, demostrando con este motivo la importancia de los trabados de investigación realizados por el monje agustino.

Sus trabajos y conclusiones son hoy conocidos, con toda justicia, como las LEYES DE MENDEL.

El enunciado de las LEYES DE MENDEL es el siguiente:

PRIMERA LEY O LEY DE LA UNIFORMIDAD DE LA ESPECIE.

Al cruzar dos variedades puras de una misma especie, los productos obtenidos en la primera generación son todos iguales en genotipo y en fenotipo.

No obstante, puede haber: a) Dominancia de un factor; b) Factores iguales, presentando los hijos caracteres medios, y c) Dominancia incompleta.

SEGUNDA LEY o LEY DE LA DISYUNCIÓN DE LOS GENES ANTAGÓNICOS O DE LA PUREZA DE LOS GAMETOS.

Esta ley fue deducida por Mendel del estudio de la segunda generación. o sea, de los apareamientos de los hermanos entre sí.

Como resumen de esta ley se puede añadir que: Los caracteres de los genes se mantienen individualizados a lo largo de las generaciones.

TERCERA LEY O LEY DE LA INDEPENDENCIA DE LOS GENES Y DE SU LIBRE COMBINACIÓN AL AZAR EN LA TERCERA GENERACIÓN FILIAL.

Esta ley hace posible obtener especies que reúnan las mejores características de cada variedad con la que empezaron los trabajos de hibridación, o sea, que es factible reunir en una nueva variedad las mejores características de dos, supongamos, con las que se ha iniciado un trabajo de selección, eliminando a la vez los factores negativos de cada una de las variedades.

Esto ha permitido la obtención de animales o plantas selectas; por ejemplo: ganado vacuno de alta producción lechera, vacuno con alta producción de carne de calidad, gallinas con producción anual media superior a los 300 huevos, trigos con poca paja y mucho grano, ovinos con mucha lana y de calidad, etc., etc.

Mi afición a la genética y a la avicultura me llevaron, a partir de 1955, a la canaricultura, por ser el canario un ave que reúne una serie de indiscutibles ventajas, a saber: Canto agradable, reproducción anual, ocupa poco espacio y, por ello, presenta muchísimas posibilidades de investigación.

Todos estos años de afición a la canaricultura. y de observación desde primera línea, me han llevado a la conclusión de que podría existir una ley complementaria a las Leyes de Mendel. y perdonen mi atrevimiento al citar a Mendel, pero no veo manera de que pudiera desvincularse a dichas Leyes, si bien el mecanismo de la misma, que primero fue intuitivo y que después he podido constatar en muchos casos, no sé como funciona: para ello pienso que habría que dedicar muchas horas a la investigación, obtener muchos datos estadísticos y conocer muy a fondo la biología y especialmente la bioquímica, porque pienso que en ello deben tener mucha importancia las hormonas masculinas y femeninas, a un nivel cualitativo de las mismas, y respuesta mutua, macho y hembra, a los estímulos de la pareja. Esta nueva Ley, que por ahora no es más que una hipótesis, la titularía:

LEY DE CONSERVACIÓN DE LA ESPECIE.

Insisto una vez más que, por prudencia, harían falta datos estadísticos exhaustivos e investigación a un más alto nivel para poder desentrañar el mecanismo de la misma.

Voy a teorizar un poco, procurando ser breve para no aburrirles.

Hemos visto, o conocemos por trabajos de investigación o estudios científicos, que unas especies han aparecido en un momento dado de la historia de la Tierra, otras han desaparecido (grandes saurios, por ejemplo) y otras han evolucionado adaptándose a las nuevas circunstancias de clima, alimentación, etc.

A nivel individual, y como racionales, sabemos de nuestro deseo de sobrevivir a cualquier circunstancia adversa, y luchamos y nos adaptamos a nuevas situaciones por difíciles que éstas sean. ¿Por que no hemos de pensar que si a nivel de individuo sucede esto, no puede suceder a nivel de especie? Sería absurdo de que no fuera así.

La nueva Ley podría formularse así:

TODA ESPECIE PARA SOBREVIVIR O PERPETUARSE TIENDE A REPRODUCIR EN MAYOR CUANTÍA EL SEXO DEL ANIMAL MAS DÉBIL EN CUALQUIER APAREAMIENTO.

O sea, por ejemplo, que si se aparea un animal viejo o poco vigoroso con una hembra fuerte y joven. fruto del apareamiento será obtener más animales machos que hembras.

En las plantas y árboles, vemos, por ejemplo, y siguiendo el mismo razonamiento, que un árbol frutal, cuando es podado, da más fruto. ¿Por qué? Porque al podarlo se le hiere, y su respuesta somática es dar más fruto, con la semilla correspondiente, para perpetuarse.

Todos los criadores de canarios, sobre todo los que criamos más de cien canarios al año, normalmente obtenemos más machos que hembras. ¿Se han preguntado por qué? Pienso que al aparear, si vemos que a las primeras de cambio la pareja no funciona, somos más propensos a cambiar la hembra que no el macho. Sabemos que una pareja con una hembra buena y un macho mediano funciona bastante bien, pero no al revés. Resultado: Que en nuestros apareamientos tenemos mejores hembras que machos, de aquí que, como resultado, obtengamos más descendencia masculina que femenina.

Se puede poner como objeción: “En las aves, el sexo viene determinado por la hembra que posee en la pareja de cromosomas sexuales el cromosoma Z, que dará lugar a machos, y el heterocromosa W, que dará lugar a hembras. Según el cálculo de posibilidades debería dar un 50 % de cada uno. Pero aquí habría que reconsiderar algunas líneas anteriores, en las que se exponía que debe intervenir un mecanismo de respuesta a los estímulos mutuos de la pareja”.

Y así debe ser, puesto que, en esta última temporada de cría, me comentaba un compañero de sociedad que, de una pareja, había obtenido 14 machos y ninguna hembra. Esta Ley, o mejor dicho, teoría o hipótesis, la observé hace unos 17 ó 18 años y, si bien la había comentado con alguno de mis amigos, veterinarios, ingenieros agrónomos, químicos, nunca me había decidido a publicarla. Tan sólo en 1980 fue publicada en el boletín de la sociedad de canaricultura a la que pertenezco, y debo añadir que dicho artículo pasó desapercibido, pues nadie me hizo ningún comentario al respecto.

Pienso que mi aportación puede ser importante, y no sólo para la canaricultura; por esto, mando el artículo, sin importarme las críticas o disensiones, ni si mi aportación es ignorada. A lo mejor, dentro de 35 ó 50 años, alguien puede hallar una base interesante para investigar el tema a fondo.

Jorge García Pibernat

Perito Industrial Químico

Diplomado en Avicultura.